Hoy en la mañana el Espíritu Santo me trajo un pensamiento, algo que me sucedió hace algunos años y me marcó y vez tras vez me visita. Es que estas son las experiencias que vivifican todo nuestro ser y siguen dando testimonio a tu vida de cuán grande es nuestro DIOS y que HERMOSO es poder servirle.
Les cuento esto que me sucedió, estaba enseñando en la Iglesia a unos niños de 5 a 6 años y ese día la lección nos dirigía a sacar los niños fuera del templo para mostrarles la naturaleza que nos rodeaba. Pero para mi sorpresa, y para ellos muy en especial, fue que cuando cantábamos: “Demos gracias al Señor, demos gracias…por la mañana las aves cantan las alabanzas…” En ese momento el Señor nos había preparado un escenario …. un pajarito del lado izquierdo y a la misma vez uno del lado derecho, allí juntaron sus piquitos y los niños se emocionaron, y gritaron: Maestra se besaron! Ellos también lo entendieron así y no callaron. Llegaron al templo celebrando lo que Dios les había regalado a través de aquella enseñanza y de aquel maravilloso espectáculo del tierno amor de Dios. Ellos también me dieron una lección a mí! Reconocer al Señor en todo, en los grandes acontecimientos, donde a veces se necesitan grandes ensayos para asegurarnos que todo estará bien, pero también en los pequeños acontecimientos y que estamos pasando por alto, donde no ha habido ensayo porque vienen del Artista Divino, nuestro Creador, como lo fue éste que preparó para nosotros.
La palabra del Señor dice que la creación misma esta gimiendo y como no le estamos haciendo caso, Dios usa a los niños para dirigirnos a ponerle atención. Acontecimientos que se están manifestando en la naturaleza y tenemos que corregirlos con la dirección de Dios y su Santo Espíritu y seguro volveremos a ver no solo los pajaritos besarse y la naturaleza alegrarse, sino que Dios mismo traerá un avivamiento de su Amor a esta generación y lo recibiremos como niños. Dice la Palabra del Señor ahora permanecen la Fe, la Esperanza y el Amor, pero el mayor de todos es el AMOR.